Vivimos en una cultura del “mañana”. De niños cada extraño que conocemos nos pregunta inocentemente qué queremos ser de grandes. Cuando entramos a la preparatoria nos preguntan, más severos, qué vamos a estudiar. Cuando estamos estudiando en la facultad, nos preguntan a qué nos dedicaremos, cuáles son nuestros planes de vida. No hay nada que odie más que la expresión “plan de vida”. Pareciera que nuestra felicidad estuviera asentada en expectativas, nuestras acciones condicionadas a un plan. Los planes y las ambiciones son una parte necesaria y saludable de nosotros. El problema es cuando nos convertimos en procrastinadores de la felicidad, cuando somos infelices y la única esperanza es la felicidad que se percibe en el futuro. La manipulación, corrupción, la publicidad tiene su nicho en los procrastinadores de la vida.
Recuerdo que en la universidad nos dejaron hacer un plan de vida a diez años. En cada año debería detallarse exactamente qué haríamos, según esto para darnos orientación. Sentía que era lo más ridículo que podía hacer. Y es cierto, apenas hace un par de años que acabé la universidad y mi vida está tomando un rumbo que jamás imaginé. Creo que más importante que las metas grandes que se establecen en un futuro lejano, son las metas a corto plazo que pueden empezar a realizarse hoy. Creo que es necesario crear una cultura del “presente”. No hay nada más importante que pensar qué queremos hacer hoy, qué cosas queremos cambiar, en qué soñamos hoy. Es el presente el que nos muestra quiénes somos y lo que queremos lograr sinceramente. El error no radica en pensar en qué queremos lograr mañana, el error está en establecer planes pensando en qué querrá hacer la persona de mañana.
Si tienes un plan a futuro, creo que lo mejor que puedes hacer es fragmentarlo en pequeñas metas y empezar hoy a trabajar en alguna. Vivir en el presente requiere paciencia y apertura, pero es en el presente donde la pasión y la autenticidad habitan. Carpe diem, no sabes si mañana estarás en este mundo, vive este día no como si fuera el último, si no como si fuera el único. Somos seres cambiantes, sólo tienes este día para conocer el mundo con esos ojos, en el mañana siempre seremos alguien más.