Breve reflexión sobre los sueños

¿Cómo decidir seguir nuestros sueños? -Es una pregunta compleja que me hago en estos instantes -. ¿Cómo seguir nuestros sueños cuando pareciera que lo más “sensato”, lo más “lógico” sería tomar otros caminos e indirectamente acariciar eso sueños?

Es fácil caer en el engaño de que es demasiado tarde, porque es lo que nos dicen, pero los grandes genios no se han destacado por seguir lo que dictan las convenciones sociales, sino por desafiarlas y crearse sus propios caminos. Yo creo que todo sueño puede alcanzarse y nunca hay que quedarse con el “pude ser”, sino con el “estoy siendo”. Sí, tal vez nadie vaya a entender, es muy probable que te juzguen de loco, de insensato, irresponsable, pero mientras el deseo salga de una sincera convicción, mientras se esté dispuesto a sacrificar los distintos universos posibles por uno solo, entonces sabremos que estamos siendo honestos con nuestros propósitos. Siempre se será más miserable viviendo en el “quisiera” que en el “lo intenté”.
Tal vez nadie me entiende porque han sentido y vivido diferente, pero para lo que muchos puede pasar como pasatiempo, como algo secundario, para mí no. Mi corazón no desea otra cosa, quizá sea hora de escucharlo al fin. De no rendirme otra vez ni nunca y de dejar de sufrir por mis propias barreras.
Los invito a que no se engañen, sean sinceros con ustedes y nunca se rindan si aún hay esperanza. Soñar es maravilloso, pero luchar por nuestros sueños es lo más heroico que podemos hacer por nosotros en este mundo pequeño pero infinito.

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(Nota: Este artículo lo había escrito en otro blog que ahora estoy remodelando y redefiniendo, así que lo traspaso acá ya que se adhiere más a la temática)

La procrastinación de la felicidad

Vivimos en una cultura del “mañana”. De niños cada extraño que conocemos nos pregunta inocentemente qué queremos ser de grandes. Cuando entramos a la preparatoria nos preguntan, más severos, qué vamos a estudiar. Cuando estamos estudiando en la facultad, nos preguntan a qué nos dedicaremos, cuáles son nuestros planes de vida. No hay nada que odie más que la expresión “plan de vida”. Pareciera que nuestra felicidad estuviera asentada en expectativas, nuestras acciones condicionadas a un plan. Los planes y las ambiciones son  una parte necesaria y saludable de nosotros. El problema es cuando nos convertimos en procrastinadores de la felicidad, cuando somos infelices y la única esperanza es la felicidad que se percibe en el futuro. La manipulación, corrupción, la publicidad tiene su nicho en los procrastinadores de la vida.

Recuerdo que en la universidad nos dejaron hacer un plan de vida a diez años. En cada año debería detallarse exactamente qué haríamos,  según esto para darnos orientación. Sentía que era lo más ridículo que podía hacer. Y es cierto,  apenas hace un par de años que acabé la universidad y mi vida está tomando un rumbo que jamás imaginé. Creo que más importante que las metas grandes que se establecen en un futuro lejano, son las metas a corto plazo que pueden empezar a realizarse hoy. Creo que es necesario crear una cultura del “presente”. No hay nada más importante que pensar qué queremos hacer hoy, qué cosas queremos cambiar, en qué soñamos hoy. Es el presente el que nos muestra quiénes somos y lo que queremos lograr sinceramente. El error no radica en pensar en qué queremos lograr mañana, el error está en establecer planes pensando en qué querrá hacer la persona de mañana.

Si tienes un plan a futuro, creo que lo mejor que puedes hacer es fragmentarlo en pequeñas metas y empezar hoy a trabajar en alguna. Vivir en el presente requiere paciencia y apertura, pero es en el presente donde la pasión y la autenticidad habitan. Carpe diem, no sabes si mañana estarás en este mundo, vive este día no como si fuera el último, si no como si fuera el único. Somos seres cambiantes, sólo tienes este día para conocer el mundo con esos ojos, en el mañana siempre seremos alguien más.